28/6/14

DOBRINKA A 250 AÑOS. Ayer , en Cátedra Libre en La Plata




CATEDRA LIBRE lamenta tener que comunicar que el sábado 28 de junio de 2014 ha  fallecido Hilario Fernando Schechtel. El día anterior, fue uno de los protagonistas de nuestra Cátedra Libre compartiendo con todos
 nosotros sus conocimientos sobre Dobrinka, las aldeas rusas  y la genealogia con total generosidad. Dentro del asombro y la consternación que esta noticia nos produce no queremos dejar de estar presentes con nuestro sentimiento y nuestro corazón al lado de su compañera, sus hijos y sus amigos.




Uno de los símbolos más importantes que hacen a la identidad de la comunidad Volguense es la propia historia de este pueblo peregrino que viajó desde algunos de los principados de la actual Alemania hasta las orillas del Río Wolga y que luego, con mucho esfuerzo, volvió a unir todas sus fuerzas para migrar hasta América, Argentina y nuestras provincias.
Fue en la primera migración, un 29 de junio de 1764 en que los colonos recién llegados fundaron Dobrinka, a las orillas del riacho que entrega sus aguas al grandioso Wolga. Se puede decir que ahí comenzó la historia de los Alemanes del Wolga.


Estas ideas fueron compartidas con nosotros por Corina Hirt y Fernando Schechtel que con mucha cordialidad y simpatía y no menor conocimiento nos permitieron brindar el mejor homenaje en los 250 años de la fundación de aquella aldea germana en tierras rusas.
Comenzaron su alocución hablando de un proyecto previo de migración de Germanos a Dinamarca y cómo, luego de muchos años, estos mismos germanos-daneses conformaron casi el 35 % de la población de Dobrinka en los primeros años de su existencia. De religión luterana lucharon contra el desconocimiento del ambiente, de la tierra congelada, de la invasión potencial de Kalmukos y Kirguisios, del otro del río y de la invasión continua y real de los “topos” que les comían sus cosechas y sus plantíos, primero debajo de la tierra y luego, lo que estaba encima.


Detallaron todo el camino de la migración por cerca de dos años de los primeros treinta mil colonos que llegaron desde las regiones de Hessen y el Palatinado y que se concentraron en Büdingen para salir al Báltico por el puerto de Lübeck hasta San Petersburgo. De allí en carros hasta el Río.
Al decir de Corina Hirt nunca bajaron los brazos, nunca lloraron, más bien miraron hacia delante y siguieron y cuando las cosas estuvieron mal, volvieron a mirar hacia el futuro donde estaba el progreso, más allá de cualquier distancia imaginable, y volvieron a partir hacia América y hacia Argentina.
Pocos son los descendientes que hay en Argentina de aquella primera aldea en Rusia. Alguno  hay y está registrado, comentó Fernando Schechtel. Teniendo en cuenta que la migración hacia Argentina fue preponderantemente católica, no se registran muchos antepasados luteranos que vinieran de Dobrinka.
Un panorama interesante sobre el proceso histórico y humano de las colonias alemanas en Rusia fue lo que nos brindaron a un interesante auditorio presente. Igual, el desarrollo hacia América del Norte, hacia Brasil y hacia Argentina, donde detallaron las aldeas y colonias en las que se establecieron.
“Los alemanes del Wolga siempre fueron enviados a donde hubieran fronteras. Así sucedió al momento de llegar al Río Wolga, para ser carne de cañon ante las tribus vandálicas de la región.  Con mucho esfuerzo y constancia lograron un importante asentamiento. Acompañaron  ya en el Siglo XIX el corrimiento de la frontera hacia el Oeste en Estados Unidos, acompañaron en la frontera sur de Brasil y también en nuestra pampa Argentina”.


“Pueblos que no tuvieron desánimo ni desesperanza en las fronteras que siempre fueron lugares de conflicto” Y en esta comunidad hemos nacido nosotros.
“Es un gran orgullo para nosotros ser descendientes de este pueblo” dijo Corina Hirt cerrando el magnífico acto del viernes 27 de Junio en el Rectorado de la Universidad Nacional de La Plata.

Los presentes y CATEDRA LIBRE agradecen a Corina y a Fernando por su participación en este segundo encuentro y la generosidad con que nos permitieron hacer este humilde homenaje a Dobrinka en sus 250 años de existencia.

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