Este fin de semana en Olavarría y
Colonia Nievas. Pcia. Bs.As).
Un verdadero equipo multidisciplinario que ha
realizado esta experiencia en el marco
de un programa de voluntariado de la Universidad Nacional del Centro. Pero a su
vez, a la temática se la ha enriquecido con la participación de la gente de los
Pueblos alemanes Colonia Hinojo, Colonia Nievas, Colonia San Miguel y Loma
Negra.
Y la fiesta siguió al Día
siguiente en colonia Nievas, a pocos kilómetros de Olavarría. Ya a media mañana
se había congregado mucha gente y los
gazebos de artesanos y puestos estaban a punto para recibir la marea
humana que llegó más tarde con un sol a pleno y un día de fiesta popular, con
la alegría de la danza y de la música y el fervor de la gente que se quedó
hasta último momento para desfrutar la memoria de una colonia que prácticamente
no se la ve o, tal vez y por qué no, para iniciar el proceso de resurrección de
una población con ganas de palpitar nuevamente en esos parajes entre la llanura
y las sierras.
A media mañana, una misa al aire
libre, ya que la Capilla San Miguel Arcángel, fundada 136 años antes, no garantiza la comodidad y
la seguridad de la gente. Lo que me llamó la atención fue el deseo del
sacerdote diciéndoles a los pueblos alemanes del Volga que mantengan sus
costumbres y su forma de ser y que “…mientras florezca el almendro, siempre
vivirá entre nosotros la esperanza”. Casi me desmayo! Aquellas palabras dichas
por Magdalena a su hijo Kaspar Haas antes de emigrar desde Aschaffenburg hacia
Rusia, en mi libro “Los Senderos del
Wolga” ya dejaron de ser mías. El pueblo se ha apropiado y ha generado
un dicho, que me hace inmensamente feliz.
Más tarde, en el programa de actos
del día, se plantó un almendro, para mantener la memoria y la esperanza. Un
almendro mas que se planta en las comunidades volguenses. Luego la ceremonia de
la puesta de nombres a cuatro calles, entre ellas a los Héroes de la Ara San
Juan, ya que una de las familias tocadas por esta tragedia vive en los pueblos
alemanes. Importante, ya que debe ser uno de los primeros pueblos que pone ese
nombre a una calle.
Algunos reconocimientos más a los promotores y hacedores de
la recuperación de la colonia y después, la fiesta. Todo el mundo sentado en el
césped de la plaza o en sus reposeras, en una tarde de sol y de encuentro entre
amigos y familillas, con sus mates, sus tortas y por ahí, alguna cervecita,
esperaron el momento explosivo de la canción y de la danza.
Los bailes y la música,
verdaderas expresiones del folklore volguense con sus polcas, sus tchotis y sus
valsecitos, permitieron lucirse a los bailarines de distintos grupos locales y
de la región. Por la tardecita, cuando el sol comenzaba a ocultarse sobre las
sierras chicas de Olavarría, “unsere leit”, nuestra gente se retiraba con el
alma feliz de haber amado la memoria de una colonia y de mantener recordando lo
que se ama.
Con mi esposa hemos pasado un hermoso fin de semana. Nuestro agradecimiento
de corazón a todos. A las autoridades del Centro de Fomento, al equipo de
edición del libro, a los amigos que nos saludaron y a quienes me facilitaron
las fotografías que incluyo. También, a algunos parientes (primos hermanos) que
nos hemos vuelto a ver luego de muchos (en serio, muchos) años. Eso ha sido muy
bueno.
¡Felicitaciones, Horacio! Un fuerte abrazo.
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